Este domingo, las elecciones para autoridades auxiliares y Comités de Acción Ciudadana en siete poblados de Santiago Ixcuintla deberían ser una celebración de la democracia local, un ejemplo del derecho ciudadano a participar en la vida pública de manera justa y equitativa.
Sin embargo, el ambiente está lejos de ser transparente y libre. Sergio González “El Pipiripau”, presidente municipal de Santiago Ixcuintla, parece haber decidido meter mano negra e intervenir en este proceso, desviándolo de lo que marca la Constitución.
Con base en la convocatoria publicada, y lo que establece tanto la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como la Constitución Política del Estado de Nayarit y la Ley Municipal para el Estado de Nayarit, este proceso electoral debía desarrollarse en total apego a la ley. Sin embargo, múltiples reportes señalan que el presidente municipal ha estado movilizando a su gente para influir y enrarecer la contienda, con métodos que van desde la intimidación hasta la manipulación de electores.
El papel de un alcalde debe ser el de garante del orden y de la legalidad, pero lo que hoy se vive en Santiago Ixcuintla refleja una distorsión del poder, en la que “El Pipiripau” parece querer imponer su voluntad por encima de las reglas democráticas. En lugar de respetar la autonomía de las comunidades, ha optado por enturbiar un proceso que, de seguir las prácticas constitucionales, debería ser limpio y apegado a derecho.
Esta intromisión no solo mina la legitimidad de las autoridades que resulten electas, sino que también envía un mensaje preocupante a la ciudadanía: los procesos democráticos pueden ser manipulados a capricho de quienes ostentan el poder. Es una afrenta directa a la participación ciudadana, al derecho que tienen los habitantes de elegir a sus representantes sin la presión o el miedo que provoca la intervención de actores políticos como el alcalde.
Sergio González debe recordar que la legitimidad de su gobierno no proviene del control absoluto ni de la imposición, sino del respeto a las leyes que juró defender al asumir el cargo. Las elecciones auxiliares son el reflejo más cercano de la democracia en acción a nivel comunitario, y cualquier intento de intervenirlas para beneficio propio es una traición a la confianza que los ciudadanos depositaron en él.
Este tipo de prácticas, que tristemente no son exclusivas de Santiago Ixcuintla, ponen en evidencia un sistema donde, lejos de garantizar la participación democrática, los intereses personales y políticos de algunos funcionarios buscan perpetuarse a cualquier costo. ¿Qué puede esperar la ciudadanía cuando aquellos en los puestos más altos del poder ignoran las leyes y utilizan su influencia para sus propios fines?
El futuro de Santiago Ixcuintla, y de los siete poblados que hoy eligen a sus autoridades auxiliares, depende de que las elecciones se lleven a cabo conforme a la ley, sin intervención alguna de quienes están obligados a velar por su limpieza y transparencia.