CONTRAPORTADA | LOS ALCALDES FALLIDOS DE NAYARIT: GUSTAVO AYÓN Y MANUEL SALCEDO

En la política de Nayarit, el contraste entre lo prometido y lo que realmente se ha hecho por los ciudadanos es alarmante. Dos de los ejemplos más notables de esta decepción son los alcaldes de Compostela, Gustavo Ayón, y de Acaponeta, Manuel Salcedo. Ambos llegaron al poder con el mismo sueño: cambiar las cosas, mejorar la vida de los ciudadanos y poner en marcha proyectos que beneficiaran a sus comunidades. Sin embargo, el resultado ha sido todo lo contrario. Han demostrado ser enemigos tanto de sus funcionarios como de la prensa, actuando con soberbia, altanería y, en muchos casos, una conducta grosera y déspota.

MANUEL SALCEDO, EL DE ACAPONETA

En el caso de Manuel Salcedo, las críticas van más allá de sus malas formas y su aparente desconexión con la población. Se habla, y no son pocos los que lo mencionan, de sus lazos con grupos criminales en la zona norte de Nayarit, quienes operarían con total impunidad bajo su mirada cómplice. ¿La razón? Algunos comerciantes y ciudadanos aseguran que el presidente municipal les ha brindado todas las facilidades para que sus actividades ilícitas continúen sin obstáculos. En la voz de empresarios de Acaponeta, Salcedo ha demostrado ser un hábil operador político, pero no para el bien de su gente, sino para los intereses oscuros de la corrupción y el crimen organizado.

El miedo palpable de la población de Acaponeta se convierte en una condena silenciosa, ya que aquellos que se atrevan a denunciar se exponen no solo al desprecio de sus autoridades, sino también al riesgo de sufrir represalias. Un panorama sombrío, sin duda, que pone en evidencia la debilidad del gobierno municipal y la desprotección en la que viven los habitantes de esta zona.

GUSTAVO AYÓN, EL DE COMPOSTELA

Gustavo Ayón, por su parte, no se queda atrás en cuanto a actitudes corruptas. Este ex deportista profesional, hoy convertido en presidente de Compostela, ha comenzado a imitar los peores vicios de su colega Salcedo. Ayón ha sido señalado por el desvío de recursos públicos, involucrando a periodistas de la Ciudad de México, como Alejandra Romo, en un esquema de desinformación y manipulación mediática. Según fuentes cercanas, Ayón paga grandes sumas de dinero a estas «plumas» para que envíen recursos a empresas de la capital, de las cuales él recibe una parte significativa. Esta red de corrupción parece no tener freno, y lo peor es que, mientras tanto, el pueblo de Compostela sigue en el abandono, con pocos servicios, pocas obras, y muchas promesas incumplidas.

Además de esto, Ayón ha sido acusado de mantener a familiares en nómina, quienes reciben sueldos sin desempeñar ningún trabajo real en el gobierno municipal. Este tipo de prácticas, que desvían los recursos que deberían destinarse a las necesidades de la comunidad, solo demuestran la magnitud de la podredumbre que gobierna Nayarit desde estos dos municipios.

Lo más indignante es la impunidad con la que ambos funcionarios actúan, como si las denuncias y la exigencia de justicia fueran solo un ruido sin consecuencias. Mientras tanto, los entes encargados de velar por el buen gobierno, como la Secretaría de la Buena Gobernanza, la Auditoría Superior del Estado y los contralores municipales, parecen estar ausentes o simplemente ineficaces frente a estos escándalos.

Ambos alcaldes han tenido el descaro de anunciar que buscan ser candidatos a gobernador de Nayarit. Sin embargo, lo que hoy parece más probable es que ni siquiera logren obtener una regiduría plurinominal en las elecciones de 2027. Las pruebas de corrupción, los escándalos y la desconexión con la ciudadanía son tantas que no sería sorprendente si sus aspiraciones se desvanecen, como un espejismo, ante la realidad de la desconfianza popular.

El tiempo dirá si el pueblo de Nayarit decide darles la espalda, pero por lo pronto, los alcaldes de Compostela y Acaponeta deberían entender que la soberbia, la deshonestidad y la traición a la confianza ciudadana no son cualidades que les auguren un futuro político brillante.

Buenas tardes.